Lugares

Indagar sobre la cualidad del inoportunismo en un sentido que, al menos, se pretende sociológico, implica necesariamente preguntarse sobre la posibilidad de concreción de la forma de los lugares. No es, simplemente, una cuestión de espacialidad, sino una pregunta sobre los lugares que transitamos como forma de acción que hace que lo inoportuno se vuelva siempre visible, a diferencia de la oportunidad que llega siempre velada por la posición del otro. ¿Cómo conocer a una persona oportunamente? No se trata de una indicación del momento justo, sino de la adecuación estable entre momento y acción. Las ocasiones son minoritarias, si tenemos en cuenta que siempre el otro es transformado en una inteligibilidad distinta a aquella en la que, en verdad, se halla situado.
Siempre los lugares están desplazados, y Marc Augé destaca que en la sobremodernidad, bajo el estatuto dominante de la más pura circulación, lo que prevalece son los no-lugares, o sea, espacios de tránsito, móviles (aeropuertos, shoppings, hoteles, etc). De esta forma, el carácter de oportuno que adjudicamos a un encuentro con otro, está dado por nuestra configuración de esa otredad y lo que pretendemos que sea según nuestros intereses y nuestras pautas y perspectivas de acción. Claro que desde su sentido contrario también se da la misma situación, el otro también construye su propia configuración de inteligibilidad en la instancia intersubjetiva en que se apoya en tanto comprensión de una comunicación. Pero entonces, siempre hay un verdadero carácter de inoportunismo en nuestras relaciones. Frecuentando los pasillos de la facultad de ciencias sociales puede observarse que ninguna relación se halla situada sobre esa corriente de adecuación entre momento y acción: de hecho podríamos sugerir que un no lugar característico es ese edificio de Marcelo T en donde todo transita sin retorno y sin saber demasiado por qué. O como dijo un profesor explicando algún problema epistemológico: “cuando ella habla me cuesta mirarla a la cara, desde ahí la instancia del reconocimiento -tal como la postuló Sartre- es imposible… Y es de manera inoportuna como suceden las cosas, al menos estas que digo”.

3 comentarios:

ori dijo...

"El miedo era la matriz de los lugares, lo que hacía que hubiera lugares y uno pudiera moverse por ellos. Estar o no estar en uno dependía de un complejo sistema de acciones, y ya se sabe que el miedo nace y prospera en la acción."

La villa de César Aira

Peter show dijo...

"Era un hombre limitado; veía sólo la concreción de la estructura, y nada que estuviera más allá. Siempre le había dado resultados, y había llegado a creer que siempre se los daría. Su error era creer que una batalla se libra en un punto del espacio. Y no es así. Una batalla siempre cubre mucho terreno, y ninguno de sus participantes puede cubrirlo de un solo vistazo, ni siquiera retrospectivo. Nadie capta el conjunto, sobre todo porque en realidad no hay conjunto."

César Aira de la Villa

Anónimo dijo...

“Pero lo había olvidado, y ahora que la misma lapicera volvía a sus manos, como esos objetos que en los cuentos atraviesan una larga serie de pruebas para terminar otra vez, idénticos pero experimentados, en poder de su dueño original, Rímini, contemplándola con un pavor maravillado, comprendió hasta qué punto lo inolvidable de las cosas, o de ese complejo articulado de hechos, personas, cosas, lugar y tiempo que llamamos momento, es mucho menos una propiedad de las cosas, mucho menos un efecto del modo en que las cosas nos alcanzan, penetran en nosotros y nos afectan, que el resultado de una voluntad de preservación, un deseo que ya entonces, en el instante mismo que se formula, se sabe amenazado por el fracaso.”

Alan Pauls El pasado